jueves, 14 de julio de 2011

El Paují I - Introducción

Algunos de vosotros sabéis que hace un añó volví de un viaje que me llevó unos meses por el Caribe Oriental y Venezuela.

Si me habéis oído hablar del viaje también sabéis que la palabra que más repito es El Paují. Ese lugar que el destino puso en mi camino para...vete a saber qué.

Inicio una serie de escritos con el objetivo de homenajear esa tierra y comprender qué ocurrió allí.


Unos días antes de llegar al Paují escribía: ‘me gustaría encontrar un lugar agradable, sencillo, tranquilo…con gente a quien poder saludar’.

No cabía en mi imaginación que ese lugar estaba ya diseñado, trazado con natural precisión. Desconocía entonces cómo se movían sus moradores, cuáles eran sus nombres, cómo la brisa transportaba sus voces de casa en casa, cómo era la piel de su lluvia, el color de su tierra, el sonido de las gotas cayendo sobre los tejados de zinc.

No lo conocía y sin embargo resonó en mi interior su latir primitivo nada más verlo. Y me dejé abrazar por esa manera de vivir. Por sus imperfecciones, su irrealidad, la cercanía de la naturaleza y su inspiración.

Intenté adaptar mi cuerpo, mi mirada y mis heridas a mi nuevo hogar. A mi nueva familia.

Quisiera, de alguna manera, devolver sin el peso de los compromisos, la gracia que El Paují me ofreció.

No sé si es Dios, pero sí que una fuerza muy poderosa nos empuja a vivir nuestra historia personal. A mí me llevó hasta una carretera de arena roja una mañana de marzo. Me llevó hasta un lugar que no recordaba haber soñado y que, sin embargo, ahora no puedo dejar de explicar que es mi sueño.

He estado en el interior de un cuento, de la gran novela.

Muchas de sus páginas explican cómo me gustaría vivir. Quisiera compartirlo con vosotros…